El largo brazo de los Estados Unidos en la estrategia para acorralar a Cristina

  • Publicado el 15/06/2025

La condena que la Corte Suprema de Justicia confirmó este martes contra Cristina Fernández de Kirchner sucede en uno de los mejores momentos de la relación bilateral entre Estados Unidos y Argentina. El nivel de coincidencias que comparte la administración de Donald Trump con la de Javier Milei supera la experiencia que Washington registró durante las dos presidencias de Carlos Menem. Ante las consultas de Tiempo Argentino, distintos funcionarios diplomáticos se animan a sostener que el momento del vínculo sólo es comparable a la etapa previa a 1983, es decir, cuando la Casa Blanca se transformó en el garante estratégico de la última dictadura cívico-militar hasta la Guerra de Malvinas, en 1982.

En la segunda era trumpista que comenzó el 20 de enero, la relación del nuevo inquilino del Salón Oval con Milei pasa por el vínculo personal entre ambos. Quizás por eso no hay apuro en el Departamento de Estado para acelerar la designación del médico Peter Lamelas como próximo jefe de la embajada norteamericana en Buenos Aires. Sus antecedentes están en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de su país y, por ahora, no hay señales de un próximo desembarco.

La demora no se traslada a la relación bilateral. Por el contrario, la delegación seguirá en manos de la encargada de Negocios, Abigail Dresser, hasta que finalmente llegue a la Argentina el vecino que Trump tiene en Mar á Lago y que quiere como su embajador. El rol de la embajadora interina es complementado en esta etapa por el lobby de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina, AmCham, que ha estado concentrado en el funcionamiento de la Justicia argentina. Sus representantes pusieron el grito en el cielo cuando prosperó un proyecto en el Senado para ampliar la Corte a 15 miembros y hace poco se encargaron de redoblar la apuesta cuando fracasó el proyecto de Ficha Limpia en el mismo recinto.

Los movimientos de ese organismo son previos al regreso de Trump a la Casa Blanca y tienen un hilo conductor. Se trata de Marco Rubio, actual secretario de Estado y extitular del Comité de Relaciones Exteriores del Senado antes de que Trump decidiera nombrarlo como canciller. Tanto por sus orígenes cubano-americanos, sus vinculaciones con el PRO y el resto del arco político de la derecha argentina, Rubio ha sido uno de los principales detractores del peronismo y, en especial, de Cristina Fernández de Kirchner. Su posicionamiento sobre el kirchnerismo también le sirvió para distanciarse de la política exterior del demócrata Joe Biden. Antes de la victoria de Trump, le pidió a Biden que le impusiera sanciones a CFK. La consideró una «cleptócrata convicta que robó miles a las arcas del Estado». En rigor, Rubio se encargó de apuntalar la narrativa más perenne contra Cristina, y otra de sus obsesiones fue la muerte del fiscal Alberto Nisman.

Milei transitó su primer año al frente del Ejecutivo durante el último tramo de la presidencia de Biden. Rubio no sólo se enfocó en presionar a la administración demócrata, sino también en insistirle que Milei era un aliado muy importante para Estados Unidos después de ganar las elecciones de 2023. No eran los mejores momentos del vínculo entre Rubio y Trump, porque  fue un gran crítico republicano del magnate del real estate. Todo quedó en el pasado, porque las diferencias fueron zanjadas y Rubio fue promovido a la Cancillería estadounidense. Dos meses después, impulsó las sanciones contra Cristina que le había reclamado a Biden y las extendió hacia Máximo Kirchner y el exministro Julio De Vido.

Desde el martes, con la condena confirmada, Rubio quedará a cargo de los mensajes que envíe la Casa Blanca sobre el futuro de CFK. Pero el objetivo de fondo ha sido cumplido, con el propósito de darle al gobierno de Milei «el mayor respaldo posible que le permita afrontar una decisión judicial de esta dimensión», explicó una alta fuente diplomática que sigue el pulso de esta etapa bilateral.

También hay un cometido de mediano y largo plazo que se afianza con el tiempo. El Departamento de Estado y el de Justicia no han suspendido las becas y los programas de intercambio para magistrados y miembros del Poder Judicial argentino. Por el contrario, es posible que sean relanzados con más fuerza cuando la Casa Blanca decida redefinir el esquema de cooperación con Argentina. Ante las consultas Tiempo, las perspectivas son ambiciosas, especialmente por el impacto que genera en Washington la decisión de la Corte contra Cristina. «Tiene impacto en todo el sistema político, pero especialmente en los republicanos que tienen a Cristina como una de las mayores expresiones del populismo latinoamericano que quieren conjurar, ayudando a Milei», detalló un observador con domicilio en la capital norteamericana.

Los lazos para reforzar la cooperación judicial serán redoblados, pero como parte de un plan mucho más ambicioso que es alimentado desde Buenos Aires. El comportamiento del Poder Judicial es materia de especulaciones ante el nuevo salto cualitativo del vínculo. Por decisión de Milei, Estados Unidos e Israel son los dos socios estratégicos de Argentina. No sólo es una aspiración, sino una directiva que llegó a zonas muy sensibles. Tras el hallazgo del periodista Hugo Alconada Mon, la revista Crisis reveló este viernes que la nueva versión del Plan de Inteligencia Nacional 2025 habilita al aparato de espionaje estatal a enfocarse en los actores que puedan obstaculizar alguna de las dos relaciones bilaterales. Esa orden no puede efectivizarse sin un reordenamiento del sistema de seguridad y, mucho menos, sin un nuevo rol para el Poder Judicial, cuya máxima instancia es la Corte Suprema de Justicia.

 

Fuente Tiempo Argentino-Por Claudio Mardones