Ya a nadie le importan los aumentos constantes de los combustibles
- Publicado el 23/06/2025
Durante la última etapa del gobierno de Alberto Fernández, y en plena campaña presidencial de Sergio Massa, cada aumento en el precio de los combustibles era tapa de todos los medios hegemónicos. La noticia se repetía hasta el cansancio y los argentinos se ponían como locos, explotaban de bronca y se armaba un revuelo bárbaro. Un desabastecimiento de las mismas empresas que hoy no paran de subir los precios, en la etapa previa a la elección fue muy perjudicial para el candidato peronista.
Para poner números en contexto, cuando Massa dejó el Ministerio de Economía, el precio promedio de la nafta súper estaba alrededor de $150 por litro. Desde la llegada de Javier Milei y la mega devaluación inicial, ese valor se duplicó rápidamente y hoy, en la Ciudad de Buenos Aires, el litro de nafta súper en YPF cuesta aproximadamente $1.186. Esto representa un aumento de casi un 690% en menos de un año. Posteriormente, se sucedieron aumentos mensuales que continuaron impactando negativamente en el bolsillo de los argentinos; solo en lo que va del 2025, los combustibles acumulan un incremento cercano al 40%.
Lo llamativo es que, a diferencia de aquella época, hoy la gente parece anestesiada. Sin la repetición constante de los medios sobre cada aumento, el golpe al bolsillo es mucho más fuerte pero pasa casi de largo. La inflación real, la que se percibe en la calle, supera ampliamente las cifras oficiales: mientras el INDEC informó una inflación interanual del 43,5% a mayo de 2025, la sensación en la mayoría de los hogares es que los precios suben a un ritmo mucho más acelerado, afectando profundamente el poder adquisitivo y el nivel de vida.
El caso de la nafta es solo uno entre tantos ejemplos que explican por qué Milei es visto por los dueños del mundo como un experimento a seguir. No por el éxito de su modelo económico, sino por cómo logra romper el tejido social día a día, perjudicando a la mayoría con medidas que recortan derechos, venden patrimonio nacional y meten al país en conflictos bélicos. Y lo más preocupante es que, aunque hay gente que resiste y pelea, son pocos en comparación con los que sufren en silencio.
Foto-Crédito: Getty Images