Alejandro Miguel y el teatro, un romance tormentoso

  • Publicado el 13/02/2019

Hacer reír es un difícil. Pero hacer reír y que la persona que ríe se sienta más inteligente, es un don que tienen unos pocos privilegiados. El escritor juninense Alejandro Miguel es uno de ellos.
Recibido de la carrera de comunicación, con pasos por la conducción radial, hace cinco años comenzó un romance –tormentoso- con el teatro, como discípulo de su gran amigo Santos Riera.

“La gacela gorda y vieja”, dirigida y escrita por Riera, marcó su debut actoral, junto a Horacio Jáuregui y Sergio Pérez Volpin, que se presentó en la Comunitaria. “Ariel Casas vio la obra, y se sumó al equipo de trabajo. Y ahí arranca el stand up”, recuerda Miguel.

Con “Reíte si querés!”, con Casas, Jáuregui y Pérez Volpin, giraron durante tres años en pubs y fiestas privadas de Junín y la zona.

AM: “En el stand up me encuentro con lo que les pasa a todos los estandaperos: es más díficil que escribir teatro. Y era un lindo desafío, porque la propuesta que nos hicieron desde el bar Chic era hacer un texto nuevo por mes”.

De pasar de ser un escritor introvertido que comenzaba a actuar, Miguel se encontró subido en un escenario con el fin de hacer reír a gente. Su personaje era de un perdedor nato.

AM: “Mis primeras presentaciones fueron fallidas. Era muy suavecito. Pero tomé un consejo de Ariel de hacer un personaje más intenso, con más ritmo y fuerza, y terminó funcionando”

Después de muchas funciones, de experiencias gratas e ingratas, se cansaron del stand up. “Fue un proceso individual que ninguno quiso seguir haciendo. Seguían lloviendo ofertas, de bares y fiestas privadas y pese a que necesitábamos la plata dijimos no. Y empezamos a hacer teatro, con el mismo equipo”.

A365 -Como artista. ¿Cómo es tu relación con la ciudad?

AM: - Hay una frase que dice: “Nadie es profeta en su tierra”. Tengo una relación compleja con la ciudad. Suelo preferir las presentaciones afuera, donde va menos gente, ganás menos plata pero es una relación menos intensa. Me gusta estar más tranquilo arriba del escenario. Respeto al público local, pero por mi forma de ser, prefiero que haya menos intensidad en juzgarnos… Pero bueno, si se lo juzga a Messi en la Selección, qué quedaría para nosotros.

Luego del stand up, en 2016 llegó el teatro: “Los Osos comen jirafas”, donde actuó su texto junto a Casas. En 2017, “El baño”, un texto propio que dirigió a Casas y Jáuregui. En 2018, el unipersonal “Malas noticias”, otro texto suyo que dirigió Jáuregui.

A365 -Tenés una gran producción de textos. ¿Cómo es tu forma de escribir?

AM-Escribo diariamente. Por los menos dos horas por día, por la mañana. Mi relación con la escritura es más sana, más cómoda, más fácil. Soy muy crítico de mis textos. Sé que el 90% se descarta. No tengo problemas con que sean malos, con que no gusten. Cuando termino los textos me desapego. Como en el escenario soy bastante traumado, con la escritura tengo una relación más fluida. Por eso me llaman más como escritor que como actor (Risas).

Con respecto a la forma económica de trabajo, Miguel aclara: “En todos estos proyectos teatrales las producciones son independientes. Y la forma de organización es cooperativa. Todos trabajan la misma cantidad, con roles diferentes, y se cobra de manera cooperativa”.

A365-¿Cómo ves la política cultural en Junín?

AM- Le hace falta más intensidad y más astucia. No son los culpables de que la gente no vaya al teatro.  Pero si estás al frente de una política cultural, tenés que tratar de hacer las cosas con más intensidad. Nobleza obliga, este año me contrataron y me pagaron como dramaturgo por dos textos. No me puedo quejar de esto. Pero sé que falta algo. Tal vez hacer de intermediarios entre empresarios y actores.
Pero no sólo es una cuestión del ámbito estatal. Hablando de actores, no hemos logrado entender y que entiendan que somos trabajadores del arte. Te contrata de un bar y te dicen: no me cobres cachet, no cobres caro el derecho de espectáculo, y vos decís: “¿qué gano?”.
Mejor sale cuanto más tiempo le dedicás. Y más tiempo le dedicás cuando más tiempo tenés. Y más tiempo tenés cuando se acerca más a ser un trabajo y se aleja más de ser un hobby. Dos más dos son cuatro. ​

Después de unas horas de charla, la entrevista se termina en una tarde juninense soleada. Alejandro Miguel se despide y se va a escribir: sigue la tormenta.