Luciano Celis: "Hoy en día la propuesta gramciana sigue gozando de gran valor analítico y político"

  • Publicado el 13/05/2021

En la Casa del Pueblo se llevó a cabo un conversatorio -con todos los protocolos preventivos acordes- que estuvo a cargo del profesor Luciano Celis sobre "Gramsci y la construcción de la cultura nacional y popular".

La actividad fue organizada por la Biblioteca Popular "Juan B. Justo", la Asociación Civil "Casa del Pueblo" y "El Cooperatorio".

Gramsci es un pensador y político italiano que desarrolló su actividad entre 1918 y 1937. 

Nació en Cerdeña y desde muy joven estuvo comprometido con el llamado nacionalismo sardo que buscaba su emancipación de la península itálica. Más tarde y, a través de una beca de estudios, se traslada a Turín, ciudad industrial y cultural de importancia en el norte de Europa. Estudia literatura y filosofía y rápidamente se afilia al Partido Socialista Italiano (PSI). Publica sus análisis de la realidad social italiana en Il Grido del Popolo y Avanti. Tiene su primera experiencia política en el llamado consejismo, es decir, una propuesta de emancipación de las clases proletarias según la concepción de una radicalización de la democracia dentro de las fábricas. 

Durante su disertación, el profesor Celis destacó que "este proyecto revolucionario se agota hacia 1919. Gramsci se aleja de la experiencia consejista - también del PSI - y, en 1921 funda junto a Amadeo Bordiga y Umberto Terracini el Partido Comunista de Italia (PCI), sección italiana de la Internacional socialista. Gramsci escribe ahora para el periódico L’Ordine Nuovo. Hacia 1924 logra ser elegido como diputado".

"En su actividad como político -detalló el disertante-  tuvo que enfrentarse a sus opositores burgueses y fascistas en el Parlamento italiano. Hacia 1926 Mussolini disuelve el parlamento y acusa de terroristas a los miembros del PCI. En un sumarísimo juicio Gramsci es condenado a 20 años de prisión. El fiscal fascista Michele Isgró declararía impunemente “Por 20 años, debemos impedir que ese cerebro funcione”. Es así que entre 1928 y 1937 Gramsci va a pasar sus días encerrado en una cárcel bajo las peores condiciones humanas - hubo intentos de envenenamiento y abandono de persona por parte de los médicos -.".

Puntualizó Celis que "no obstante, hacia 1929, Gramsci logra que se le permita tener algunos libros y poder escribir en pequeños cuadernos escolares. Las reflexiones allí vertidas, hoy se conocen con el nombre de Cuadernos de la Cárcel y forman parte de la segunda parte del pensamiento gramsciano - alejado ya del nacionalismo sardo y del consejismo revolucionario -. Los Cuadernos recién serán publicados en 1948, es decir, nueve años después de la muerte de Gramsci. Estos escritos, aunque diversos y heterogéneos, giran en torno a una pregunta crucial para el pensador sardo: ¿por qué la revolución socialista es tan difícil en los países occidentales? O ¿Por qué es tan difícil llevar a cabo un proyecto de emancipación de las clases oprimidas que culmine en una disolución del Mercado y el Estado burgueses?".

Subrayó Celis que "Gramsci a pesar de ser un marxista se aleja de los postulados del marxismo economicista/ determinista que imperaba por entonces en Europa, es decir, aquel que consideraba que la revolución es el resultado del despliegue o desarrollo de las fuerzas productivas (estructura económica) del sistema capitalista (“el capitalismo crea sus propios sepultureros”)".

"Gramsci busca entender por qué esos postulados no han tenido su correlato revolucionario en la Europa de entreguerras; por qué la implementación mecanicista de las estrategias de lucha bolcheviques en otras tierras - la Alemania de entreguerras con su Revolución espartaquista o la Italia fabril con su consejismo revolucionario en Turín y Milán - terminó en un fracaso rotundo. Gramsci considera que esas razones no están en la base (estructura económica) sino en las manifestaciones espirituales o culturales (la superestructura) de una nación. Allí se encuentran las causales del impedimento de una verdadera emancipación de las clases oprimidas de occidente", puso de relieve Celis en la disertación llevada a cabo en la Casa del Pueblo.

Y puso de relieve el conferencista que "para Gramsci la política no cambia sólo porque se dan cambios en la estructura económica; los aspectos superestructurales son cruciales a la hora de pensar estrategias emancipadoras. Aquí están las claves para tratar entender por qué la revolución se dio en Oriente (Rusia) y no en Occidente cómo indicaría la lógica economicista del marxismo más ortodoxo".

Detalló Celis que "Gramsci estudia cómo se han construido las formas de dominación y hegemonía en el plano de la sociedad civil bajo la egida del Estado Nación. Propone estudiar, además, el rol que han tenido en la construcción de la identidad nacional y del sentido común instituciones como la Iglesia, la escuela, los sindicatos y los diversos agentes intelectuales que participan de la cultura".

"Gramsci considera que esta construcción de la cultura instala una manera de moverse en el mundo (un sentido común) que termina siendo hegemónica (naturalizada, cimentada). Las clases subalternas comparten con las clases hegemónicas una visión del mundo que lejos de emanciparlos los aliena y paraliza", subrayó.

Para Celis, "Gramsci considera que una estrategia de lucha eficaz debe contemplar esta dimensión cultural y/o espiritual. Es más que los sectores progresistas de la sociedad (el PSI y el PCI) deben tener intervención activa en la construcción de la cultura y del sentido común. Claro está que esta batalla es compleja y hay enemigos (la burguesía y oportunistas como el fascismo) que buscarán neutralizar la propuesta revolucionaria. Por ejemplo, el fascismo, en tanto movimiento de masas, interpela a las clases populares, al trabajador, desde un trabajo sobre el sentido común; trabaja también sobre las demandas populares, pero en el fondo, termina neutralizándolas pues es un movimiento reaccionario y aliado al gran capital".

"La política, entonces, tiene especial interés en la construcción de la cultura, pues es allí, donde se juega la movilización de las masas y la posibilidad de una emancipación. En el caso de Gramsci su apuesta es incorporar al sentido común imperante nuevas ideas progresistas de manera tal que se puede llegar a una emancipación de las clases subalternas por vía de una revolución política y cultural. En este punto, el papel de los intelectuales es crucial. Aquellas ideologías o concepciones del mundo que en una determinada sociedad funcionan cimentando el sentido común y entorpeciendo la emancipación de las clases populares deberán ser estudiadas a fondo por los intelectuales revolucionarios. El arte en todas sus manifestaciones, la escuela, las prácticas sindicales y sociales, cobran así un papel fundamental en la creación de una nueva sociedad", señaló en otro momento de su charla.

"Esta concepción de estudio y esta estrategia política van a resultar muy fructíferas en el campo académico (sociología, antropología, estudios culturales) y político a partir de la década del 70. Hoy en día la propuesta gramciana sigue gozando de gran valor analítico y político a la hora de estudiar las relaciones de hegemonía y dominación en las democracias burguesas", concluyó el profesor Luciano Celis.