Pamela Ordoñez a un año del accidente que casi le cuesta la vida: “por algo pasan las cosas, para aprender, para ser conscientes y para dejar de vivir al límite”

  • Publicado el 09/02/2020

Pamela Ordoñez tiene 31 años, el 6 de febrero de 2019 sufrió  un accidente en el cual estuvo a punto de perder su vida.. Ingreso al HIGA con un grave traumatismo encefalocraneal frontal derecho. Ya trasladada a la Pequeña Familia, fue intervenida quirúrgicamente y permaneció en coma con pronóstico reservado. Se despertó 19 días después, exactamente en la fecha de su cumpleaños; como un guiño de la vida, Pame, “la guerrera”, fanática de de Sarmiento, volvía a abrir sus ojos. 

“Recuerdo muy poco de ese día. Trabajé, estuve con mi mamá porque estaba organizando un viaje que íbamos a hacer el 11 de febrero con mi hija Ainara, no recuerdo mucho más”, entre risas, nerviosa y conmovida empezó a relatar Pamela el día en que su vida cambiaría para siempre. “Venía en moto por calle Tucumán y en General Paz cruzó una camioneta; yo no llegue a frenar, mi cabeza impactó contra la camioneta y caí sobre el asfalto. Por lo que me contaron, la gente que estaba ahí llamó a la ambulancia, a la policía, y me llevaron al hospital. Entre con muerte cerebral a la emergencia”, detalla. 

De esa manera empezaba un largo camino por recorrer, con un panorama poco alentador. Pamela fue trasladada a la Pequeña Familia donde esperaron durante unas horas al Dr. Neurocirujano Nelson Picard quien estaba en Buenos Aires pero no dudo ni un instante en volver a Junín al enterarse del grave estado de salud de la paciente. Después de una larga cirugía en la que también intervino Carlos Zanardi, Pamela quedó internada en terapia intensiva, con pronóstico reservado; su estado era delicado. En la antesala de la terapia intensiva, su mamá Mariela inalterable, segura de la fortaleza de su hija, conmovida por la cantidad de amigos, conocidos y cercanos a Pamela que se acercaban a preguntar por ella, muchos de ellos en vigilia, esperando noticias junto a sus hermanos, Jeremías y Daiana. 

“No recuerdo el día que me desperté, pero tengo muchas sensaciones e imágenes de rostros; recuerdo el de mi mamá, mi hermano, mi hermana, mi hija. Después me contaron que cuando desperté escribí los nombres de mis amigas Flor y Jesi en una hoja, el nombre mi hija, el de mi mamá y el de mis hermanos. Me desperté del coma 19 días después de la cirugía, el día de mi cumpleaños, el 24 de febrero y lo festejamos en la Pequeña”, nos cuenta entre lágrimas y risas. 

Pamela comenzó su recuperación en la Clínica de Rehabilitación Junín; tanto de su parte cognitiva como física porque tenía todo el hemisferio izquierdo de su cerebro afectado: “me enseñaron a caminar, a andar en bicicleta, a comer, a estar tranquila y a poder dormir porque no lo hacía. Ese proceso fue bastante largo, hasta que apareció Fabricio Mase, a quien agradezco, él es mi psiquiatra, y gracias a la medicación empezaron a estabilizarme, tomar  conciencia del momento real en el que estaba. Yo creo que estuve conciente en abril, después de casi tres meses; tengo el recuerdo de haber acompañado a mi hija a su primer día de clases”, señala entre lágrimas y asiente con la cabeza. 

A365 realizó la entrevista en las instalaciones del Estadio Eva Perón del Club Atlético Sarmiento. El lugar no fue elegido al azar, porque nos constaba su fanatismo por ese club, y al pautar el encuentro fue ella misma quien se encargó de gestionarlo: “Mi fanatismo con Sarmiento empezó en el 2011, gracias a una amiga, a Jesi Roso que es fanática, desde el momento en que me trajo a la cancha sentí esa vibración de hinchas cantando y saltando por un equipo que me empezó a llamar la atención, me empezó a gustar, empecé a venir a la cancha, a aprenderme las canciones, hasta que me metí de lleno y formé un grupo, que es La Filial Femenina Eva Perón; somos un grupo de mujeres que ayudamos al club”. 

Pamela nos cuenta que le encanta la bandera que le hicieron los hinchas del club, firmada por los jugadores: “Fuerza Pame, te esperamos guerrera”, y manifiesta: “me da mucha fuerza. Estaba internada en la clinica de rehabilitacion cuando empezo el campeonato y jugaba Sarmiento, pedía por favor que me dejaran ir, pero no lo hacían, incluso “me portaba bien”, quería hacer buena letra, descansando bien, tomando la medicación, iba al gimnasio, a kinesiología; cuando me dieron el alta ambulatoria da la casualidad de que jugaban acá, de local; mis amigas de la filial organizaron un almuerzo, y nos preparamos para enfrentar ese día, la vuelta al club, con la mirada de la gente, del hincha, con el tumulto porque yo tenía que cuidar mucho mi cabeza. Entrar al Estadio, subir a la tribuna, tener la bandera, colgarla, fue escalofriante, fue muy lindo porque era algo que deseaba mucho”. 

Aunque sigue en recuperación ambulatoria, hoy Pamela hace una vida absolutamente normal, sus días son hermosos, así los define; trabaja, presta un servicio de manera independiente para el cual se formó y en el que se sigue capacitando; se independizó como mujer, como mamá y se mudó sola, aunque se encuentra en pareja. Sin dudas su hija y su mamá son los pilares fundamentales de su vida: “esa corazonada que tuvo desde el primer momento mi mamá, cuando la llamaron por telefono diciendole que había tenido un accidente, haber llegado al hospital y haberse encontrado con su hija a un paso de la muerte y decir “mi hija va a salir de ésta, tiene a Ainara”, es increíble. Ainara es todo, ella sí que lo es todo para mi”.

Después del accidente, a un año de aquel 6 de febrero que parece tan lejano, la vida de Pamela cambió tal cual ella lo describe “en un abrir y cerrar de ojos” y desde que comenzó a recuperarse sus ideas son claras: “por algo pasan las cosas, para aprender, para ser conscientes y para dejar de vivir al límite. Ese día, una amiga me dijo: “Pamela ponete el casco”. Creo que si las cosas pasan, pasan por algo, uno no es consciente de cómo vivió o de cómo vive, o qué hace. Lo digo en general porque lo veo en personas, observo todo, como anda la gente en bici, en moto, caminando, en la forma de expresarse. Los cambios están para algo y más cuando seguis con vida” terminó entre lágrimas. 

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