Revista Vermú: la travesura que terminó dando cátedra

  • Por Juan Francisco Vilches -
  • Publicado el 20/03/2019

Vermú irrumpió en 2007 como un rayo en la aletargada comunicación visual de la ciudad. Fue una revista con una propuesta estética renovada en diseño editorial y publicitario que amplió los horizontes de la creatividad en Junín. Con talento y desenfado, el equipo que encabezaron Juani Rustici y Lucas Ramari en diseño, Gabriel González Rivas en fotografía y Blas Rodríguez en dibujo, hizo posible que una travesura imaginada en bares de Buenos Aires terminara siendo primero objeto de culto, luego de llegada popular y finalmente un proyecto estudiado en distintas universidades del país. Si bien en 2010 salió el último número, aún hoy diseños, fotos e ilustraciones son disfrutadas por quienes atesoran las revistas en papel y por quienes se suman a la “vermumanía” desde internet.

 

 

 Desde Agenda 365 dialogamos con Juani Rustici.

-¿Cómo surgió la idea de Vermú?

JR -La idea surgió en Buenos Aires, donde estaba estudiando, donde conocí a mi socio Lucas Ramari y un par de chicos más con los que estábamos estudiando. Con Lucas ya estábamos haciendo una revista en Junín que se llamaba Alma que salía con el diario La Verdad, era una idea nuestra, si bien funcionó bien tuvo un cierre medio abrupto y como que tuvimos muchos filtros, nos costó trabajar con comodidad en esa revista. Nos quedamos las ganas de hacer un proyecto de publicar lo que se nos ocurra, y así surgió Vermú, algo pensado en un target joven aunque después eso se fue ampliando.
La revista también tenía otro fin más estratégico, y era nos empiecen a ver a nuestra estudio, Arrabal, como punta de lanza de algo diferente que se podía hacer en comunicación visual en Junín. Y nos funcionó porque si bien la intención de la revista nunca fue ganar plata –y de hecho nunca ganamos un centavo con ella- siempre fue un abrepuertas y nos ha generado mucho trabajo y aún hoy lo sigue generando.

-¿Por qué se eligió ese formato?

JR: -El formato es proporcional a un pliego de imprenta, con lo cual nos permitía aprovechar bastante el pliego, pero también lo elegimos porque nos gusta a la gente de nuestra edad, nacidos a finales de los 70 y principios de los 80’. Hemos consumido Patoruzito o Mafalda, y es un formato que nos traía muchas reminiscencias y nos gustaba para trabajar.

               

-¿Y la temática?

JR: -La temática no era fija, sino lo que hacíamos era para cada número y de ahí surge Vermú: nos juntábamos para cada número en un bar distinto de Buenos Aires, íbamos conociendo diferentes bares que le tocaba a cada integrante elegir el lugar, puntualmente tomábamos algo, un vermú o lo que fuere y empezábamos a tirar ideas de la temática del próximo número .
Nos llevábamos esa idea como disparador, y después cada uno de los integrantes hacía una puesta por separado y nos volvíamos a juntar para ver qué se había hecho. Luego lo recopilábamos en una revista, les hacíamos mejoras y demás.

-También manejaban de manera muy creativa las publicidades…

JR: -Sí, fue muy interesante trabajar las publicidades, que son bastante de relleno en cada revista, pero en este caso le dedicábamos tiempo, y tratábamos de que además de cumplir su función oficien de contenido y que sean atractivas tanto para el cliente o el auspiciante como para el lector.
Si bien nosotros no inventamos nada, Vermú fue algo que vino a romper un poco con las formas de mostrar la comunicación visual, sobre todo en diseño de publicidad con la inclusión del humor, de la parodia.
Con Arrabal fuimos el primer estudio que visualizó al estudio de diseño como una trilogía entre lo que es diseño, ilustración y fotografía, algo que por ahí allanó el camino para los que venían atrás. Eso es lo que más me gusta, porque Junín es un polo creativo muy grande, sobre todo en el rubro.

 

 

-¿Qué respuesta hubo de la gente un primer momento?

JR: Hicimos una versión 0, el primer número de Vermú de prueba, para mostrarlo y ver quién nos daba una mano en auspiciar y en poder pagar la travesura. Y notamos que costó mucho que la gente confíe. Hicimos entonces el número con una connotación localista, con una versión libre de cada personaje entrañable que tenía la ciudad. Eso fue una primera impresión muy buena para la gente de Junín. Si bien fue de culto, que corría por abajo, terminó siendo masiva y dentro de cada número había un tinte localista, en algunos más que otros.  

-¿Cómo era la forma de distribución?

-JR: Cada auspiciante tenía un poster en el local y cada vez que se pegaba uno nuevo era porque había un ejemplar nuevo, y los lectores pasaban y lo retiraban en forma gratuita. La revista fue creciendo mucho, y pusimos un tope de auspiciantes para que no sea más publicidad de contenido de lectura.
Al ir generando más dinero, se iban haciendo más ejemplares, porque ese era el fin del costo del auspiciante. Y siempre se agotaban todos.
Arrancamos en mil ejemplares, y llegamos a imprimir un poco más de tres mil. La duración fue corta, tres años, empezó en julio de 2007 y se terminó en 2010. Ya arrancaban las redes sociales, y Vermú tenía su página web muy activa, entonces se siguió trabajando en forma digital con un par de creaciones.

 

 

 

-¿Por qué dejó de salir?

JR: -Por dos cuestiones. La más importante fue de costos: era la última etapa de lo impreso y el papel, y se volvió impagable. Ahora es muy raro ver un formato de revista gratuita y de esa calidad, yo no me las he cruzado más. Cada ejemplar era muy caro, como esa plata la ponían los auspiciantes la idea nunca fue pedir más de lo que correspondía, y no nos quedó otra que dejar de hacerla.
Otro motivo fue que la revista nos generó mucho trabajo en nuestra agencia y eso fue matando el tiempo lúdico que le dedicábamos a la revista, que era buenísimo porque se juntaba todo el equipo de laburo, más invitados, más amigos. Hacíamos muchas producciones, en la última etapa éramos 15 personas trabajando para la revista y fue muy bueno para unir el grupo, pero el trabajo rentado nos fue quitando tiempo.


 

                                                                                      

-Contame el mejor recuerdo que tenés de la revista.

JR: -El mejor recuerdo es lo que nos dice la gente. Vermú nos posicionó muy bien, nos sirvió como estudio creativo, pero lo que te hace ver que ibas en buen camino son los comentarios que seguimos recibiendo hasta el día de hoy en la revista.
También, es muy importante para nosotros que a nivel regional y hasta nacional gracias a la revista terminamos dando charlas en un montón de Universidades que se interesaban por el proyecto y querían saber cómo lo habíamos logrado en una ciudad como Junín. Y hasta internacionalmente fuimos reconocidos, porque nos seleccionó una ONG para representar al diseño argentino en Italia. Si bien fue el estudio el invitado, la revista fue lo que cautivó de entrada.

-¿Vuelve Vermú?
Es un gran anhelo, un sueño, todos cada vez que se habla del tema, queremos y nos miramos y decimos “sí, la tenemos que volver a hacer”, quién te dice que cuando seamos viejitos no podemos dedicarnos a hacer otra vez Vermú. Sería un placer.

 

Para ver más sobre Vermú y demás trabajos del Estudio Arrabal podés hacerlo en https://www.instagram.com/arrabal_estudio/