Cavallo y otros economistas ortodoxos criticaron el plan económico libertario y advirtieron por sus inconsistencias

  • Publicado el 03/12/2025

Más allá de la estabilidad circunstancial que logró el gobierno a través del acuerdo con el gobierno norteamericano y el resultado electoral, lo cierto es que el modelo libertario arrastra un cúmulo de contradicciones que lucen insalvables.

Dejando de lado el impacto social y económico que el programa de dólar barato y apertura comercial ejercen sobre la producción y el empleo, lo cierto es que el esquema montado por el oficialismo muestra un horizonte sombrío.

Las contradicciones del esquema se hacen evidentes para los economistas enrolados en corrientes y fuerzas políticas adversarias pero también para los del propio palo.

Es que las críticas y advertencias empezaron a llover también desde un cúmulo de economistas identificados con las corriente de pensamiento económico neoclásica y marginalista de la cual, la escuela austríaca a la que dice adherir el gobierno, representa su ala más extrema.

Siempre Mingo

El ex ministro de economía del gobierno de Carlos Menem y de Fernando De La Rúa, el ultra liberal Domingo Cavallo identificó varios “puntos débiles” entre los que destaca las dificultades para acumular reservas, el dólar barato y las altas tasas de interés que el BCRA libertario promueve con el propósito de contener el dólar y la inflación.

Cavallo destacó la preocupación que anida entre los animadores de la denominada city porteña donde, asegura, miran con recelo la capacidad del gobierno de reunir el apoyo político necesario en las cámaras legislativas para lograr la aprobación de las reformas que buscan compensar la pérdida de competitividad cambiaria con una mayo tasa de explotación y una menor carga triobutaria.

Domingo Cavallo en el blog que utiliza para difundir sus opiniones señaló que «las declaraciones oficiales han sido muy confusas. Cabe esperar que las discusiones con el FMI para la revisión del programa que comenzarán en los próximos días, ayuden a clarificar el curso futuro de la política monetaria, cambiaria y financiera».

Para el economista hay factores de orden macroeconómico que «neutralizan los beneficios de la desregulación y la apertura económica«, entre los que destacó la “sobrevaluación del peso, las altas tasas reales de interés y la falta de reservas en el Banco Central”. Es que, escribió, «ya hay indicios claros de que las altas tasas reales de interés del tercer trimestre del año causaron un daño importante a deudores bancarios y a entidades financieras».

Para el ex ministro los síntomas incontrastables son el «aumento de los impagos tanto de familias como de empresas y en el quebranto registrado por los bancos en sus balances» del mismo modo que, a su turno, impactan en la inflación porque abonan a la espiral de precios y la inflación inercial. Por eso, concluye, «la única forma sostenible de bajar las tasas reales de interés en pesos es también logrando que baje la tasa de riesgo país«.

A la vez indicó que la cotización actual de la divisa atenta contra la capacidad de acumular reservas en tanto “alienta el gasto en turismo en el exterior y las importaciones de bienes de consumo que a un tipo de cambio de equilibrio podrían abastecerse con producción nacional”. Además, pronosticó una posible devaluación abrupta en tanto “las restricciones al movimiento de capitales que aún existen en forma de cepo para las personas jurídicas plantean la duda de cuál será el efecto sobre el tipo de cambio cuando dicho cepo se elimine».

Con todo, el economista propone un rumbo de mayor ajuste para salir de la crisis en tanto sugirió una fuerte devaluación que acompañe «un programa de compra de reservas y llevarlo a cabo rigurosamente para acentuar la reducción del riesgo país y remover expectativas de futuros saltos devaluatorios» a la vez que consideró clave la aprobación de las llamadas reformas estructurales (laboral y tributaria) que implican mayores ajustes sobre los trabajadores, flexibilidad laboral, pérdida de derechos y conquistas de la clase obrera además de una regresividad tributaria que desfinanciará el gasto público.

Domingo Cavallo propuso explicitar un programa de estabilización que implica “disponer simultáneamente la eliminación completa del cepo y la compra de reservas, acompañada de una decisión legislativa que prohíba hacia el futuro la introducción de restricciones al movimiento de capitales y permita el uso del dólar como moneda para todas las funciones que cumple el peso, especialmente para la intermediación financiera».

¿Discipulos?

Pero la crítica neoclásica de Domingo Cavallo no resulta aislada. La economista Marina Dal Poggetto referenciada en el mismo campo teórico y directora de la consultora Eco Go presentó su libro “Back to the 90s” en el que compara el plan de Convertibilidad de Domingo Cavallo y Carlos Menem con el programa actual. Allí advierte sobre la insistencia de una política económica que terminó en default y récord de desempleo.

Para Dal Poggetto desde el gobierno “sacaron los controles de capitales antes de tener recapitalizado el Banco Central” y que, por ese motivo, no fueron capaces de acumular reservas. Pero además, para la economista el plan aplicado por Domingo Cavallo en la década del ’90 era incluso más solido en tanto “la ley de Convertibilidad arrancó con un balance del Banco Central saneado y un ajuste fiscal hecho por Erman González” mientras que este gobierno “no tuvo un Plan Bonex, tuvo una limpieza del Banco Central, pero ensuciaste el balance del Tesoro”.

Pero las críticas también llegaron desde otro economista ortodoxo como Miguel Kiguel. El director de Econviews en una entrevista en Radio Rivadavia difundida por El Cronista Comercial cuestionó las dificultades del Banco Central para comprar reservas a la vez que criticó la improvisación del gobierno que no resuelve el problema estructural de las falta de reservas y busca “soluciones financieras siempre a último momento”. Para Kiguel, el gobierno “administra sobresaltos”.

Además, opinó que, lo que importa, “no es tanto el valor del dólar, que al final lo va a ir determinando el mercado, sino que el Banco Central no está comprando dólares para pagar los compromisos”.

Para Kiguel un país con un PBI de U$S 700 mil millones no puede estar en vilo por un vencimiento de U$S 4 mil. Para resolver ese problema, dijo, “la única manera, a mediano plazo, es que el tipo de cambio lo determine el mercado”.

El veranito post electoral no puede disimular las contradicciones, ni siquiera para los que acuerdan con el contenido de ajuste del programa oficial.

 

 

Fuente Tiempo Argentino